martes, 17 de junio de 2008

calmantes I


Desde que tiene la bicicleta de fierros celestes, ella se siente mejor. Es así porque cuando la monta y se lanza por las calles, la mira mucha más gente. Y se atrevió a soltarse el pelo, cosa antes impensada para una chascona endógena.
El temor al ridículo desapareció desde que tiene la bicicleta con los fierros celestes. Escuchando su favorita: Handsome Devil de The Smiths va por la vía. La misma vía que antes no tenía ningún glamour, ahora está lleno de eso. Todo gracias a la bicicleta.
Viaja a 40 kilómetros por hora y no la detienen los semáforos. Se ha vuelto loca con su nueva bicicleta de fierros celestes. Lanza gritos al viento helado. Está definitivamente más resuelto su destino. Y este es simplemente andar en una bicicleta, que aunque suene repetido, es de fierros celestes y eso no se puede cambiar. Las rutas sí. Las caras sí. Incluso ella misma no será la misma. Todos los días será una mujer diferente en su mismo cuerpo la que monte la bicicleta de fierros celestes.
Podría morir manejando por una calle llena de sol y hojas, llena de dioxido de carbono y polvo humano. Pero no importa. Los semáforos están congraciados con ella. Y pasa uno, pasa dos. Da igual carajo, que no la joda su madre ni el padre. Nadie. El viento la castigará por ser tan libre.
Ahora sólo le queda una cosa: adquirir una cámara... la cámara que vio mientras viajaba en su bicicleta de fierros celestes y pasó frente a la vitrina del 1235...

3 comentarios:

Rogers dijo...

Yo quiero una como la de Machuca.

dEsoRdeN dijo...

Uno no se puede sentir más libre que cuando está On The Road...

Mario Pina dijo...

Yo también soy ciclista. Ciclista urbano. Me encanta coger la bici porque me siento libre, me siento como ella. Como ella, tal y como la has descrito. Me ha encantado el post.