domingo, 24 de junio de 2007

La Machine

Tener una cosa en la mente mientras trabajaba en ese edificio del centro: Karretear. Toda la semana había sido absurdamente trabajólica. Necesitaba imaginarse saliendo a la fría calle, arreglada la cara, conveniente-mente maquillada, disimulado el cansancio, con el hocico pidiendo grados de alcohol puro y sus.tancia.s, como si la hubieran soltado de la jaula...
Mönedas oportunamente parado en las boleterias de un metro periférico, pareció haber recibido con una sonrisa más dirigida a la botella verde que la acompañaba. Botella que murió minutos más tarde en el Parque Molestar, bajo cero grados. Después de adquirir todos sus grados etílicos más un principio de hipotermia, se fueron de la mano tomados a la TV Party Gordos Etílicos Ashí (Cumpleaños de amiga que trabaja en el programa Cuestión de Peso). Al llegar la mayoría eran flacos ebrios no famosillors. Pero simpáticos. Una vez pisado el umbral no return to peace. Billetes por droga. Billetes por vasos llenos una y otra vez. Porque si está vacío aparte de constatar que estas ebrio, es un signo de que te estas poniendo fome. Y hacerlos durar no es la fórmula que se usa por estos lados. El estilo de esa noche era "la odiosidad es directamente proporcional con los grados del alcohol en la sangre". Mis Intoxic es especialista en hacer cumplir las proporciones y cuando eran las 3:30 de la mañana -hora satánica y umbral del delirio- inició una discusión sin fin, ni principio, con Mönedas Kid que recibió los golpes, amenazas y espumarajos de la boca toxika de nuestra maldita heroína. Estoico soportó -como un Prat, O'higgins o mejor aún: Ghandi- las agresiones físicas y sicológicas de alguien que mide 30 cm menos que él. De vez en cuando eran interrumpidos por gente que les notificaba que la policía había arrestado a un amigo afuera del local. Otros que se despedían justo cuando Intoxic tenía por el cuello agarrado a Mönedas. Y la música no contribuyó a alivianar nada. Era la más pura motherfucker shit radial, de esa que da rabia oir, pero que igual se canta en la ducha. Y eso duró hasta las 5:30 de la mañana. el frío entraba por los ojos y no salía, congelando la lengua, la mente, las manos. El sistema de locomoción colectiva es tan jodidamente malo es este país disque socialista, que se vieron obligados a caminar y a pagar una herencia en taxi. Como cubos de hielo se metieron en una cama caliente y se les derritió la rudimentaria estupidez que los enfrenta en metafóricas peleas. Recuperaron la antigua cordura que da estar en una cama con "esa" persona. Las neuronas del club de la pelea fueron usadas para otras luchas de cuerpo.

Y cuando ya había luz filtrándose por la cortina azul se quedaron dormidos. Una pierna en la cadera, el brazo en la cintura, una mano en el pelo, la boca en el cuello. Intercambio de jugos, palabras, suspiros, golpes y rasguños. El día siguiente prometía más aún.

jueves, 21 de junio de 2007

Sexual Experience


Suficiente de cuestionamientos. En estos días de 800 grados bajo cero no hay taza de café que caliente, ni baile a lo stripper del novio que haga sudar. Los trastornos de personalidad que ocasiona el trabajo en ese sanatorio periodístico, más el político facho que no asistió a la entrevista y la Tesis que se vuelve la pesadilla de cada noche, menos contribuyen al calentamiento global de este lugar. Para eso están los gringos. Por eso Miss Intoxic le pidió al Chiko Monedas una special session of sexo under the lluvia. No sabía a qué se refería cuando dijo eso, pero quería sexo ya, en ese momento, como antes de que pasaran los años y no importaba que en la cocina estuviera su madre cocinando sopaipillas. O que la hermana chica se paseara por la casa abriendo puertas. Ni que el padre pudiera levantarse del sillón para preguntar cualquier mierda sólo por el gusto de joderte el momento.

Lo mejor era olvidar la existencia del resto y aprovechar que a veces la lluvia te obliga a estar encerrado y transformar ese encierro en una oportunidad. Y cerrar deliciosamente la puerta. Y poner ojos de mujer metralleta. Y derramar la falda en el piso. Y pasar revista al armamento.

Y en esa guerrilla de manos y piernas y bocas y lenguas hay que hacerse callar de vez en cuando para escuchar y seguir. Lo bueno es que la lluvia hace tanto ruido cuando cae en el techo de esa casa... y hace que esto se transforme en toda una sexual experience.

viernes, 15 de junio de 2007

ÑAMIKUAW





Mientras afuera los cero grados de esta ciudad son la tortura más despiadada contra las personas en situación de calle, como dijo Dalí -el profesor de fotografía-, las cosas aquí dentro de este cuarto oscuro y tibio, están en combustión: se ha derramado la sangre ante un lente.

Cuando Miss Intoxic tenía 7 años dejó de pensar que su segundo apellido era francés. Una monja ordinaria le había contado el cuento chilensis de las raíces europeas. Y es que Raipan no se dice Gaipên... se dice RAIPÁN. Su madre se lo explicó muy bien, para evitar cuestionamientos existencialistas. De todos modos estos igual vinieron. Después de la revelación sintió un orgullo enorme. Llegó a la clase diciendo que los hombres piluchos de las láminas en historia eran sus parientes. Como la crueldad infantil no es un fenómeno reciente porque Informe Especial mostró el bulling, una niñita de nariz respingona y pelo rubio al peo le dijo: Ah! entonces no me junto contigo, porque los indios son cochinos.

Como a Intoxic no le vienen con historias, le regaló un combo a la niñita con las mejillas llenas de airada sangre Mapuche. Aunque la valentía no le alcanzó para coraje, porque la castigaron y lloró toda la tarde por tener esa sangre de mierda metida en las venas.

La pelea infantil se olvidó, aunque la cautela de saber guardar el secreto del apellido la siguió por años. Una vez conoció un niño que podría haber sido su novio, pero cuando Intoxic le deletreó bien su segundo apellido, diciéndole que no era Rayban, sino Raipan, el adorado se marchó sin dar vuelta la cara.

Miss Intoxic no entendía por qué el tema del apellido tenía que ser un tema en este jodido país. Y por qué alguna gente se especializa en hablar pestes de los "indios", como si estuvieran frente a una lacra. Hay personas, muchas, que dicen ser absolutamente tolerantes, que encuentran bacan tener la sangre mapu. Pero igual cuentan chistes sobre indios o se ríen frente a las bromas de los demás.

Hace algunos años tuvo un novio que cada vez que se topaba con alguna persona pobre, morena y que no lo atendía con la celeridad que a él le hubiera gustado, blasfemaba como un enloquecido: ¡qué más les vas a pedir a estos indios! Después lo arreglaba diciendo: pero si no me refiero a los indígenas tuyos, me refiero a la gente tonta o a los flaites.

Pues Miss Intoxic hace tiempo se siente adolorida, ya no por tener que escuchar las bromas de la gente estúpida, sino de no saber cómo acercarse realmente a esta cultura que le es practicamente ajena, de la cual su madre no le enseñó mucho, porque ella tampoco recibió tradiciones, palabras, nada.

Todos los años trata de ir al centro de la ciudad el 12 de octubre. El Día de la Raza quizás sea el momento más cercano que tiene a ese pueblo tan vulnerado por la modernización. Es un día en que la Intoxic quiere olvidar que sabe hablar inglés y no sabe más de cuatro palabras del mapu, es un día para gritar el ay-ay-ay-ay bien fuerte, aunque los pacos anden mirando feo. El año pasado se atrevió a bailar la danza en el cierre del acto. No quiere olvidarse de eso. No quiere dejar de recordar quien es. Una mezcla de gente, al final, pero entre medio de esas gentes están los mapuche. Y nuevamente repetirse que el nombre sí es importante, pero no cuando los cuicos lo preguntan para encasillar en una clase social. Es importante porque tiene un significado, porque el nombre es un ritual y es un modo de sentir pertenencia.

viernes, 1 de junio de 2007

Fucking Peligro

Cerca de aquí suceden cosas. En la perriferia, digo. Miss Intoxic cada vez que vuelve a su casa y es tarde, debe empuñar la mano en su bolsillo, morder fuerte los dientes y marchar en vez de caminar. Cargar misiles no es suficiente. El ingrediente es la actitud. Y de aquello sabe algo nuestro Chiko Monedas.
Acostumbrado a guardar una cadena al alcance milimétrico de su mano áspera. Acostumbrado a empuñarla y relajarla para calentarla. Acostumbrado a mirar con la nuca. Y acostumbrado a fingir que se es de los mismos, para ver si se puede safar de más de un cocodrilo enterrado.

El peligro. Los peligros. Miss Intoxic no está representando un peligro con sus uñas, sus misiles under vestidos, sus labios y sus piernas. Los cocodrilos ni son ya un peligro. Peligro es otro. Es alguien a quien Monedas y la Intoxic conocen muy bien.

El Peligro es calvo "al uno". Es fly jacket con bandera bordada con mierda. Es fierro bajo el pantalón militar. Baila con cordones blancos. Peligro vive una lucha anacrónica, sin lugar correcto, ni raza verdadera.

Peligro los estaba provocando con su mirada insistente. Sus ojos quemantes sobre Monedas. Sus pensamientos a lo perro alemán. Un par de veces antes se habían mirado las vestimentas. Se habían clasificado. Cada uno estaba en el grupo de los enemigos del otro. Y desafiándose habitaban un mismo espacio. El Chiko Monedas evita las peleas a puño. Siempre ha temido que sus dientes delanteros vuelen. Los dientes. La utilidad. El equilibrio. Por eso evita ser golpeado y esa noche (porque todo lo relevante ocurre de noche aquí) al Chiko Monedas le resultó muy bien.

La cuerda no resistió la tensión. Peligro traspasó la línea amarilla desafiante, pero el Chiko Monedas advirtió. Peligro respondió con un insulto a la sangre y Monedas volvió los ojos adentro. En rápida reunión con sus neuronas decidió "nublarse". Miss Intoxic retrodeció. Había que hacerlo. Gritar e intervenir es lo incorrecto.

Tal vez alguien pueda decir que los golpes son tontos, son primitivos y que se usan cuando ya no hay palabras que decir. Como las guerras. Pero esa típica reflexión no se permite en el único segundo que tiene alguien como Monedas para decidir si dialogar con este neoKé! y recibir un golpe primero. Si ya no se pudo liberar, si no cambió de vereda, si no miró hacia otro lado, si no corrió con miedo, si no se cambió de ropa antes de salir... no hay más diálogo que "nublarse".

Y por eso de pronto lo vemos con las rodillas en el suelo, no suplicando, sino destrozando los nudillos de la diestra en la cara de un Peligro, mientras le dice que si no estuviera toda esta gente viendolos, lo mata.

Es la dimensión desconocida de las cosas, de las personas. Son las cosas que "hay que hacer". Son los episodios que no se cuentan con orgullo. Sólo se digieren callado, solo, después que pasan varios días y el puño ya cicatrizó.

El Chiko Monedas dice que cuando le pegas a un Peligro, le pegas a sus cincuenta amigos peligrosos. Pero además, le pegas por una razón: por todos/as aquellos a los que en las páginas amarillas de nuestra prensa han retratado como víctimas de un Peligro. Y eso se grita.