lunes, 28 de mayo de 2007

The Great Commandment







Cuando estas en una discoteque, ebria, drogada y sola porque tus amigas ya encontraron al galancete de la noche y se fueron a jugar al rincón oscuro... ¿qué opciones te quedan? -pensó Miss Intoxic.
La gente alrededor se mueve. Están bailando, otros están sentados tomando un trago. Da lo mismo, todos se mueven. Y están en verde, violeta, azul y parpadeante. Las mujeres de esta disco son bonitas. Estan vestidas con los colores del atrevimiento y sus uñas convenientemente teñidas de rojo, esperan el momento de tirar su zarpazo. Los hombres andan con zapatos de zuela alta, el pelo natural y la barba bien cortada. Pero por dentro guardan sus puñales, sus armas blancas para amansar a las gatas que los rodean. Todos están ebrios. Si no, no tendría sentido venir aquí, a esta disco, a entregarse a lo insano de esta ciudad última del planeta.
No se sabe cuánto rato miró Miss Intoxic está escena, mientras la música que escupía sus palabras vulgares, le movía los huesos de la cara.
De pronto alguien se atraviesa por delante. Tiene un vaso semivacío en la zurda y un condón agitándose en la diestra. Abre su boca. Se supone que está hablando, piensa la Intoxic, pero no escucha, ni sabe leer los labios de este hombre que lo único que hace es tirarle saliva cuando habla. Media vuelta, no hay fusiles que aguanten a este mal tirador.
Lo mejor era caminar al baño. Mirarse la pintura escasa. Pisar el agua en el suelo. Los basureros llenos. Salir al ruido otra vez. Bajar la escalera al subterráneo. Cambiar de ritmo la música. Ver en la oscuridad humeante. Prender otro pito, el último. Aspirar hasta el fondo. Sentir que la garganta te pica. Cerrar los ojos por el humo. Abrirlos. Y verla. a Ella. Los labios brillantes. Las manos en el aire. Los dientes fluorescentes. El abrigo abierto.
Cuando todos se han ido y estas ebria, drogada y sola en una discoteque. Sola con ella tomando un burdeo Cosmopolitan a tres metros... ¿qué opciones te quedan?- pensó Miss Intoxic.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Ellas suenan... o de por qué él se llama Chiko Monedas

Cuando el Chiko Monedas camina, de sus bolsillos salen ruidosas chispas. Suenan las monedas, tintineando dentro de su oscuro pantalón. Es curioso, pero él jamás carga billetes. No es amigo de los arturos, ni de las gabrielas. Sólo trae monedas viejas y unas pocas nuevas, las que tienen grabada una mapuche.
Él dice que las monedas son más cómodas que los billetes. Intoxic aún no descubre bien por qué.

Cuando el bolsillo de su mochila negra ya no aguanta el peso de más monedas, el Chiko las deposita sagradamente en unos frascos de vidrio. Ya hay tres llenos en su pieza, sellados y escondidos bajo la cama. Y lo que pasa es que Monedas no gasta mucho. Pero le gusta tener sus bolsillos bien llenos de ellas. Y los frascos también.

Cuando el Chiko baila, también suenan las monedas y el Chiko se ríe y patea más fuerte para que se oiga mejor el tintinear de su plata.

En su chaqueta de cuero negro hay una hilera de monedas que el Chiko convirtió en remaches dorados y plateados. Son de otras épocas, de las pasadas. Y cuando va por las veredas soleadas las monedas brillan y la figura larga y vacilante de Monedas se oye sonar... igual que una risa anciana, se oye sonar.

lunes, 7 de mayo de 2007

22 Years Down

En un viaje diario, se mira por la ventana, ahí está su cara cansada, la ciudad de fondo, el metro sigue y avanza por la vía alta...
"La vida es más rápida que nosotros", recordó esas palabras de Nats. Punto. "Ser periodista a los 22 sin saber cómo, no es gracioso, es adrenalínico". Dos Puntos
1.- A los 3 vivió en una casa cuyo piso era de tierra.
2.- Tenía 7 cuando supo que su apellido no era francés como le dijo una monja, sino mapuche.
3.- A los 8 vio a su padre en la cama, con la señora del aseo.
4.- A los 9 fue su primer intento de suicidio. Desde ahí que lo reconsidera.
5.- Ha perdido la virginidad dos veces: a los 14 y a los 16.
6.- Una vez cometió incesto. (Se ganará el infierno?)
7.- Su anatomía la castigó en lo que más ama... no more words
8.- Sólo una vez peleó... y perdió.
9.- En una comida familiar le dijo a su padre que era un asesino de la dictadura.
10.- Hace poco un sicólogo le enseñó a no oir más a su padre.
11.-La única culpa que ha sentido en su vida fue el silencio que le dio a su madre.
12.-A los 16 amó tanto que por tres años se olvidó de si misma.
13.- Un terapéuta le dijo que era alcohólica a los 20.
14.- La noche más memorable de su VIDA fue en la que conoció a Monedas.
15.- La persona que le dio su primer beso murió hace un año, en moto.
16.- Apoyaría a su madre hasta en lo más sórdido.
17.- Una vez tuvo un maestro sexual.
18.- Tiene una hermana que no es de sangre. Es de alma.
19.- Es difícil ser periodista a los 22, cuando son tan odiados.
20.- Jamás se le ha roto un hueso y claudicó en su intento por ser actriz.
21.- Prefiere más alcohol del que necesita.
22.- Ahora podría morir sonriendo, porque se sabe amada en lo más incondicional.

miércoles, 2 de mayo de 2007

d.sangre

Pero miren qué educativo estuvo el panorama: hubo litros de sangre. Roja y espesa. Sucia y ajena. Sangre en la noche. A las cinco de la mañana. Por todo el suelo de una calle en el centro de la ciudad. Brotaba como de un manantial abierto. Como un poso de oro negro. O Rojo.
Miss Intoxic llegó al hallazgo muy ebria, pero conciente de todo. O casi todo.
Venía arrancando de unos tipos con ropas grandes que tenían pistolas con doble cañón. Era mucho para ella. Al menos por esa noche no jugaba en esas ligas.
El Chiko Monedas no andaba por el barrio. Estaba ocupado fumando pipas de la paz en la perriferia y no le convidaba a nadie. Hablando de su padre maleducado y llorando hacia dentro con cada palabra. Pero ese es tema de otro momento.
Nadie se dio cuenta de que Intoxic se fugó de la fiesta de las ropas grandes. Entonces, vio la sangre. Era tan roja que sintió su sabor metálico en la boca. Y le dio miedo. Pero el alcohol. Sí, el fuckin alcoholsss. Por él siguió caminando. Había una huella hecha con sangre y la siguió. Llegó a unos metros del epicentro épico. En un paradero de una calle del centro a las 5 de la mañana alguien apuñaló a otro alguien. Y la Intoxic estaba ahí. Ebria. Sola.
Nada especial, fíjense. No es para decir que la ciudad es peligrosa. No es para decir que la Intoxic es arriesgada. Tampoco para contar una bonita historia de sangre. Simplemente es que esa sangre en el suelo, esparcida, brillante y espesa le recordó su propia sangre.
Fue una noche maltrecha que ese líquido rouge se escapó de sus venas y abrazó las veredas de una calle también céntrica. De eso hace un buen tiempo, pero nunca está demás recordarlo.
Estaba en una bonita fiesta oscura en un lugar demasiado barato para no encontrar problemas. Esa vez el premio recayó en DoñaHombre que quiso pasarse de la línea amarilla con Monedas. Pero Intoxic no aguantó la infamia y la golpeó. De frente. A la cara. En la boca. Con su puño. Feo, feo -hubiera dicho su madre-. Pero en esos antros todo vale y había que hacer algo por la dignidad intacta. De todas formas la pobre Intoxic no hizo bien el cálculo y vio una donde habían tres. Y ese maldito número se le fue encima. Aunque no dolió tanto, fue mucha la impresión. Como pudo huyó del lugar con la cola bajo el brazo, lamiendo algunos rasguños. Pero el infierno estaba por venir y la Intoxic no lo olió a tiempo. Con Monedas iban caminando hacia alguna guarida y en el trayecto la DoñaHombre los encontró. Le tenía ganas a Monedas.
De su rojosa boca salieron insultos. Palabras hirientes. Herían su mente. Nadie podía ser más tóxica que la misma Intoxic. Entonces fue. Y de nuevo vino el maldito tres. La agarraron. La patearon. La derribaron. La humillaron en una calle del centro. Y le abrieron las venas con las uñas. Y Saltó la sangre que pedía perdón por ser tan estúpida, tan corajudamente estúpida. No sabe cuánto tiempo mordió el suelo. Podrían haberla golpeado toda la eterna noche si Monedas no hubiera llegado, cuando los amigos de DoñaHombre lo soltaron. Con la nariz rota y de sangre empapado la tomó de las manos y corrieron hasta que amaneció.