domingo, 29 de julio de 2007

Riot on an empty street

Le sucede que algunas veces se cansa de consumir violencia. Sabe que la necesita. Y que la volverá a consumir. Pero su mente no la aguanta todo el tiempo y se cierra, se cubre, se cobija en lo suave de ciertas cosas. Los sonidos suelen ser sus aliados para la tarea de limar el alma. Intenta con la música lo que no logra con las conexiones entre personas. Y es que no se puede estar forever aguantando las balas de la vida. Un pie torcido y morado se consigue peleando en un lugar donde se entiende lo amigable como un círculo desvocado de animales ebrios que giran y se despiertan con el sudor de sus espaldas y las de los demás. Y el cariño se enseña con puños en puntas metálicas y zapatos militares indolentes. Pero es tan bello a veces. Verlos morirse y revivir del suelo mojado. Unirse por unos segundos hasta ser devuelta con fuerza a la periferia. Y siguen girando al rededor de la nada. Como planetas sin sol. Sin órbita clara. El asunto enloquece cuando Chiko Monedas se incorpora. Y entonces esos ojos se adelantan a los movimientos de los demás. Cómo mierda lo hace. Les ofrece la droga de llevarse a sus hogares un ojo en sangre, que mañana exhibirán como premio de la vida. Hay quienes les toca esa parte de la droga. A otros simplemente se los considera violentos por excelencia. Se sabe por la forma de caminar. Se sabe por la manera de apoyar las manos en los muebles, por la forma de fumar. El Chiko Monedas respeta a una sola mujer. Que no es su madre, ni su abuela. Y eso lo sabe Miss Intoxic. Por eso no tiene necesidad de cuidarse de esa violencia. Pero a veces quisiera recibirla. Otras veces ella la da. Y otras, como hoy, la repugna. Y busca su propio desorden en las calles sin personas. Calles como escenarios vacíos. Que no la vean enloquecer con los audífonos puestos en on. Que la Ciudad no la Escuche cantar para llorar.




*song: non-zero possibility - at the drive in

martes, 24 de julio de 2007

Demencia rockera





Las cosas se dieron vuelta. O avanzaron, pero por un día no fueron lo mismo. Y quizás no estuvieron mejores, ni peores, solamente se pusieron color demencia-rockera. Todo era nuevo ahí, mientras Miss Intoxic estaba metida en lo antiguo. Fue hace un par de semanas locas, cuando las pruebas finales pedían un penúltimo esfuerzo (pues nunca habrá un último). La idea esa tarde era correr por unas imágenes ensayísticas y después tratar de escribir para una profesora con cara de normas editoriales. Finalmente cuando encontró esas fotos, se quedó en ese hoyo de tiempo detenido al que llaman "hogar de ancianos". Un nombre extraño y poco heroico para lo que se puede encontrar entre esas paredes. Cruzó el umbral blanco y limpio como una periodista armada de un lente improvisado, pero entrometido... y salió como una más de los orates que le lamieron el corazón.
Hay que decir que fue complicado. Intoxic tenía (o sigue teniendo) una disputa interna con los del club de la tercera edad. Es un rechazo, hay que decirlo tal cual. Es un miedo, también podría ser. No le provocan ni la ternura, ni la solidaridad, ni la delicadeza, ni mucho menos la pena. Respeto sí, pero siempre de lejos. A Intoxic le quedan dos abuelas y sus vidas aguerridas hoy las tienen con buena salud: una aún puede empinar el codo y prefiere el agua ardiente sola o con un "hielito"; la otra tiene un pololo 20 años menor y vive entre doctores y cajas de drogas legales que imagina que la sanan. Pero esto era un desafío a sus sentidos, a su mente, a su nariz, a sus ojos. Y antes de cruzar el umbral blanco todo eso se revolvió en su cerebro mareado. No por las sustancias, sino por el temor a sí misma, a sus ganas de correr de vuelta. La corajuda idea de pretender enfrentar sus ascos la empujó.
Ya había pasado un rato de inmortalizar lo más mortal que había visto esos días. Y dando vueltas por un pasillo largo, vio a la mujer de arriba. Sofía estaba amarrada a su sillón de fierro. Lloraba y gemía. Se tocaba la piel, se rascaba la ropa y se tiraba la poca carne de sus brazos flacos. No articulaba más que unas rayadas frases: "señorita", "ay", "sáqueme... aquí". Fue una de las ancianas mujeres que más impresionó el ojo de Miss Intoxic que se enteró pronto de su alzaimer llorón y quejumbroso. Sofía no soporta su propio cuerpo, le explicaron.
Qué puede ser más tremendamente abizmante, terrorífico, espeluznante que odiar el propio envoltorio. Las imágenes, éstas y otras, no pueden salir de su cabeza ya, ni por las noches. En los días siguientes todo ha sido como un electro shock, como un temblor de parkinson nefasto que la obsesiona con la idea de un futuro latente que podría ser el suyo. Cuando abandonó esa casa se quedó con la sensación de que estos nonagenarios personajes están muchas veces olvidados, en un estado de permanencia, viviendo pero jamás participando de la vida, ni siquiera mirándola, porque ya empezaron a morir.

martes, 10 de julio de 2007

I Love Santiago


Sentada una al lado de la otra iban Miss Intoxic y Catarsis. El metro serpenteaba por los rieles poco románticos de este túnel moderno. El calor abrasador de los cuerpos apretados las hizo callar y escuchar a los demás passengers.

Entre Unión Latinoamericana y República:

- La mina es tonta, huevón. Tonta. Cachay que me da pena. El otro día la traté súper mal. La huevonié, qué no le dije. Después me sentí mal por haberla tratado así. Pero sabí que hizo? A los tres días volvió! Y volvió solita. Cómo estay, me dijo. Qué vay a hacer, me preguntó. Te invito pa' mi casa, me ofreció. Me dio pena la huevona.


- Puta, compadre, usted sabe como hacerla. Si al final las huevonas andan rogando que les den pico, pico, pico. Por eso no piensan ni una huevá más que en atraparlo a uno. Y ahí se da cuenta uno que las mujeres son perversas. Se andan embarazando pa' que uno se quede con ellas. Ni un brillo la huevá. Hay que meterlo y chao compadre! Sí o sí?


Entre Los Héroes y Universidad de Chile:

- El sábado estuvo bueno, comparito. Hubiera ido. Andaba esta vieja, la que se tiñe rubia y se pinta harto. Debe tener como 60, pero todavía la chupa bien. Y se hace la que vende cigarros, pero las hace todas. Lo que venga, se lo tira. Y andaba con una minita comparito... mmmm. Era ruciecita también. Tiraba pinta la mina, tenía un buzo y unas zapatillas Nike terrible pulentas. Andaba bien la loca. Lo único malo era que tenía el tremendo espornocuz en la nariz, pero igual no más, estaba terrible rica.


- Y te la pescaste. Ya po' largala. La Pili no te cachó?


- Agilao' yo no me la pesqué. Le hice gancho con mi amigo, el que anduvo en Francia, Inglaterra y todas esas huevás. El loko andaba caliente y como nos trajo merca pa' todos, me convencí a las loquita de las Nike pa' que se lo tirara. Si mi amigo me dijo desde un principio: si esta mina me pesca, me rajo con el copete y lo demás el resto de la noche. no me quedó otra que hacerles gancho. Después andaba entero loco. Llegué a la casa y la Pili estaba raja, se había tomado un relajante muscular.

puta que es linda esta ciudad.*
Miss In.