viernes, 1 de junio de 2007

Fucking Peligro

Cerca de aquí suceden cosas. En la perriferia, digo. Miss Intoxic cada vez que vuelve a su casa y es tarde, debe empuñar la mano en su bolsillo, morder fuerte los dientes y marchar en vez de caminar. Cargar misiles no es suficiente. El ingrediente es la actitud. Y de aquello sabe algo nuestro Chiko Monedas.
Acostumbrado a guardar una cadena al alcance milimétrico de su mano áspera. Acostumbrado a empuñarla y relajarla para calentarla. Acostumbrado a mirar con la nuca. Y acostumbrado a fingir que se es de los mismos, para ver si se puede safar de más de un cocodrilo enterrado.

El peligro. Los peligros. Miss Intoxic no está representando un peligro con sus uñas, sus misiles under vestidos, sus labios y sus piernas. Los cocodrilos ni son ya un peligro. Peligro es otro. Es alguien a quien Monedas y la Intoxic conocen muy bien.

El Peligro es calvo "al uno". Es fly jacket con bandera bordada con mierda. Es fierro bajo el pantalón militar. Baila con cordones blancos. Peligro vive una lucha anacrónica, sin lugar correcto, ni raza verdadera.

Peligro los estaba provocando con su mirada insistente. Sus ojos quemantes sobre Monedas. Sus pensamientos a lo perro alemán. Un par de veces antes se habían mirado las vestimentas. Se habían clasificado. Cada uno estaba en el grupo de los enemigos del otro. Y desafiándose habitaban un mismo espacio. El Chiko Monedas evita las peleas a puño. Siempre ha temido que sus dientes delanteros vuelen. Los dientes. La utilidad. El equilibrio. Por eso evita ser golpeado y esa noche (porque todo lo relevante ocurre de noche aquí) al Chiko Monedas le resultó muy bien.

La cuerda no resistió la tensión. Peligro traspasó la línea amarilla desafiante, pero el Chiko Monedas advirtió. Peligro respondió con un insulto a la sangre y Monedas volvió los ojos adentro. En rápida reunión con sus neuronas decidió "nublarse". Miss Intoxic retrodeció. Había que hacerlo. Gritar e intervenir es lo incorrecto.

Tal vez alguien pueda decir que los golpes son tontos, son primitivos y que se usan cuando ya no hay palabras que decir. Como las guerras. Pero esa típica reflexión no se permite en el único segundo que tiene alguien como Monedas para decidir si dialogar con este neoKé! y recibir un golpe primero. Si ya no se pudo liberar, si no cambió de vereda, si no miró hacia otro lado, si no corrió con miedo, si no se cambió de ropa antes de salir... no hay más diálogo que "nublarse".

Y por eso de pronto lo vemos con las rodillas en el suelo, no suplicando, sino destrozando los nudillos de la diestra en la cara de un Peligro, mientras le dice que si no estuviera toda esta gente viendolos, lo mata.

Es la dimensión desconocida de las cosas, de las personas. Son las cosas que "hay que hacer". Son los episodios que no se cuentan con orgullo. Sólo se digieren callado, solo, después que pasan varios días y el puño ya cicatrizó.

El Chiko Monedas dice que cuando le pegas a un Peligro, le pegas a sus cincuenta amigos peligrosos. Pero además, le pegas por una razón: por todos/as aquellos a los que en las páginas amarillas de nuestra prensa han retratado como víctimas de un Peligro. Y eso se grita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

a mi me cae bien el peligro.
comentaré más cuando esté en pie por completo. odio el resfriado, definitivamente.
bay bay chica-nata.

Unknown dijo...

Aunque poco recomendable, hay veces que la violencia es un mal necesario e inevitable. Y es de personas maduras asimilarla como algo humano, en vez de edulcorar la realidad con absurdas utopías.
besos

Unknown dijo...

que buen detalle el del "único segundo". Y es que es la pura verdad. Ósea, la haces o te lo hacen y ahí la verdad es que no existe mayor analisis. El peligro tiene su no sé qué, pero igual yo cacho que anda mucho dando vuelta. Punto para chiko monedas por terminar con tanto neoké!
saludos miss