sábado, 14 de abril de 2007

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Acostumbramiento. A los almuerzos gentiles. A las risas ahogadas. A las opiniones mesuradas. A la medida católica de clasificar. Al protocolo. A las palabras rimbombantes de la cuñada In. A mirar por el rabillo al cuñado Out. A desear lo inexistente aún. A viajar dos horas diarias por inercia. A fingir orgasmos por inercia. A la precocidad por inercia. A podrirse por inercia. A pedir perdón por pedir más.
Una noche santa. Una buena noche santa se hartó. Se paró en un sexto piso y desde la altura los meó a todos. Cuando el último chorro salió, se dio la vuelta y empezó su vida.
Catarsis, gracias por esa reunión memorable.

2 comentarios:

Rogers dijo...

Lo peor es acostumbrarse.
Una amiga un tiempo solía decir que era un decorado o un personaje secundario de su propia vida. En un
otro tiempo,yo me sentía al lado del camino.Zamarreamos a mi amiga y me levantaron del costado de la pista a patadas.
Lo mejor es andar.

Unknown dijo...

Tiene que ser un gustazo poder colocar a tus pies a un grupo de gente que odies o, simplemente, no soportes, y poder mearles encima. Seguro que sería una experiencia francamente gratificante y placentera...
besos nada protocolarios