miércoles, 1 de octubre de 2008

sueño despierta

Los dos extraños se miran con calma de agua en estanque. Se estudian con el entusiasmo de sus sencillos instrumentos. Quieren quedarse así. Por minutos o por horas. Sin decirle a nadie esperan que no los muevan de sus puestos. A veces hay risas alrededor. A veces todos se callan. Tienen la paciencia de los que están conformes con sus propios resultados. Y porque saben que existen quienes han sacado mal los calculos. Son dos extraños que ya dejaron de serlo. Y se miran con descaro porque presienten que hay mucho tiempo en sus vidas. Entonces, quieren descifrarse un rato. Decodificar lo que esconden debajo de la piel. Debajo del manto que cubre sus verdades enterradas. Nadie más participa. Los demás no logran entender que pueden hacer muchas cosas haciendo nada. Por ahí va el juego. El de los pensamientos momentáneos que los atacan como marea. Quien imagina más. Quien llega más lejos y no quiere volver. Olvidar cómo volver. Ya desataron los caudales en un solo torrente un par de noches. Pero este es el momento de la paz absoluta. Ojos como tumbas floreadas. Bocas como vasos llenos de licor caro delicioso. Manos amarradas por voluntad. Porque no es el instante de actuar. Es la hora de mirar. Hay que gozar los silencios. Es momento de hacerlo. Es momento de aguantar ganas de desatar cordones y botones. Se regalan el uno al otro, pero con la inteligencia telepatica. Se hablan en una lengua que no tiene vocales ni consonantes. Se apartan del mundo porque hay veces en que participar demasiado es odioso. Eligen soñar despiertos para no sentir el cansancio.
Cuando pasa esto yo siento que ya no contengo un grito más en mi cabeza. Que mi alma negra de tanto humo de bar respira al fin. Siento que soy yo de nuevo, pero mejor. Que abandoné la tumba podrida en recuerdos tontos. Que abriste una jaula, que fue como soltar 100 pájaros a la libertad.

2 comentarios:

dEsoRdeN dijo...

Celebro tu vuelta a la vida! Me encantan esas bocas de licor caro delicioso...
bss

Anónimo dijo...

A quién no le pasó.

Lástima que los desenlaces tienden a fallar en contra mío.